domingo, 29 de mayo de 2016
Utilizar la sal o el pan rallado, como metáfora de la arena, ya que es un material único, todo un símbolo poderoso de la evocación y fascinación que posee la dualidad de sugerir la experiencia del lleno-vacío, dentro-fuera, de la gravedad al caer, del poder de la transformación. Decidimos provocar con este material discontinuo que genera acción, experiencias entre el espacio y el niño y sobre todo juego simbólico en el que el niño disfruta, se implica, piensa, crea, se comunica, representa, y manifiesta sus emociones. Usamos una superficie lisa, que luego permitiese desplazar la sal o el pan, y que tuviera contraste en el color. El paso siguiente fue dibujar con la materia (momento de disfrute y creación del adulto), para que la oferta de juego fuese más sugerente. Se coloca entre esta sustancia de una forma estética coladores, embudos, tubos…para provocar el dialogo entre los materiales. Cuando el niño descubre este escenario de juego no se atreve a entrar, le cuesta, es como si no se atreviese a destruirlo, pasado el tiempo un niño entra al juego y los demás poco apoco empiezan desde la orilla y se van adentrando hacia el interior de la zona. A partir de este instante comienza la destrucción, el agrupamiento, la dispersión, el llenado, el vaciado, el trasvase, el colado, la grafo motricidad, etc. Lo más divertido para los niños fue enganchar los coladores y convertirlos en vehículos que iban creando caminos a su paso mientras ellos iban recorriendo el espacio. Colar, filtrar, transitar la sal y el pan por el embudo o a través de la goma trasparente a distintas alturas mientras dibujan fueron juegos de placer y de su interés donde experimentaron y se relacionaron, llegando a acuerdos para planificar su acción .
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